Llegó el nuevo curso y Chari contó a sus amigas que había dejado a Marcos. Con la boca muy grande, pero pequeña por dentro.

Hizo una fiesta en su piso, sólo chicas, y procuró que él se enterase. Marcos la llamó. Prometió que pasaría más tarde, con los amigos. Chari mantenía aún la esperanza, le creyó, pero nunca se pasó.

Las amigas le repetían al unísono la canción:

-Deberías haberlo dejado hace mucho tiempo.

Pero en sus corazones ardían también llamas, por otros Marcos. Pensaban, ilusas, que ellas sí podrían cambiarlos.

Y no.




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