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TRES ESTUDIANTES CONSIGUEN EL TÍTULO DE MEJORES PROGRAMADORES DEL SUROESTE DE EUROPA


Mercè Molist
Ricardo, Marçal y Dani andan muy ufanos por la Universitat Politécnica de Catalunya (UPC). Han ganado el prestigioso concurso de programación informática de la Association for Computing Machinery, para la zona suroeste de Europa. Es su pasaporte para que les contraten las mejores empresas.

Quienes participan en estos concursos no difieren mucho de los deportistas profesionales. Son jóvenes, tienen entrenadores y su objetivo es tumbar al adversario antes de que suene la campana, en contiendas patrocinadas por gigantes como Sun, IBM o Ricoh. Pero no adiestran los músculos, sino el cerebro.

Ricardo Martín, de 19 años, explica: "Empecé en quinto de primaria, con concursos de matemáticas. Cuando ví que se podía viajar, participé en más. He visitado muchos países gracias a ellos. Los premios son dinero, becas, currículum o lo que llaman 'bragging rights', derechos de presumir".

Marçal Garolera, 23 años, es también un profesional: "Hace unos meses me clasifiqué para la final del Google Code Jam en Nueva York". Dani Rodrigo, 21 años, ha ganado dos olimpiadas matemáticas españolas y ha estado en finales mundiales. Todos estudian dos carreras a la vez.

Son la élite de este deporte o, como dice modestamente su preparador, Salvador Roura: "Los mejores programadores de la UPC. Les entrenamos dos tardes a la semana, para aumentar sus habilidades de programación y compenetración".

Llegado el día del concurso, en Lisboa, se enfrentaron con 65 equipos de Portugal, Francia, Italia, Suiza, Austria, Alemania y España. El reto consistía en crear programas informáticos que resolviesen 9 problemas, en 5 horas.

"El problema H consistía en desalojar un garaje, con una maraña de coches mal aparcados, para que pudiera pasar una ambulancia. Nuestro programa tenía que dar un orden válido para sacar los coches de uno en uno. Pero se nos resistió a la hora de implementarlo en C++", recuerda Martín.

Al final, solucionaron 7 de los 9. Y ganaron el primer premio. "Había problemas que era poco probable que alguien pudiese resolver. Así que atacamos otros. Y aún nos sobraron 40 minutos", sonríe Martín.

La organización daba un ordenador a cada equipo. "Esto nos obligaba a ir muy coordinados para no desaprovecharlo. Escribíamos el programa en papel y lo copiábamos al ordenador", explica Rodrigo. Añade el entrenador: "Trabajaban en paralelo: uno escribía el programa, otro buscaba errores y otro pensaba cómo resolver el próximo".

Así, ganaron la clasificación directa a la final mundial de Tokio, en marzo de 2007. Si consiguen un buen resultado, dice Roura, "significará que son programadores extraordinadorios. Cualquier empresa que requiera los mejores informáticos debería contratarlos. Un estudiante de la UPC que participó en dos finales trabaja ahora en la sede central de Google".



South Western Europe Regional ACM Programming Contest 2006
http://ctp.di.fct.unl.pt/SWERC2006


 
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