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UN ESTUDIO DENUNCIA LA "HOSTILIDAD" CONTRA LAS MUJERES EN LOS ENTORNOS TECNOLÓGICOS
Mercè Molist
Un estudio de la Universidad de Cambridge para la Comisión
Europea denuncia la "hostilidad" contra las mujeres en la
enseñanza, la industria y las comunidades técnicas. Los
investigadores destacan el sexismo latente y su relegación a
tareas menores, que les impide conseguir reconocimiento, como causas de
su poca presencia en estos ámbitos.
El estudio "Políticas de apoyo al "software" libre y abierto.
Género: Informe de conclusiones", realizado por la Universidad
de Cambridge en Europa, Estados Unidos e India, avisa que la
participación de mujeres en la enseñanza y la industria
tecnológicas está disminuyendo en los últimos
años.
Lo corrobora un sondeo de la Universidad Politécnica de Madrid:
sólo 3 de cada 10 nuevas matrículas en las carreras
técnicas del próximo curso pertenecen a mujeres. La
Escuela Técnica Superior de Arquitectura, con el 53,3%, y la de
Ingeniería Técnica Agrícola, con el 51,3%, son las
que reúnen a más mujeres, mientras que la
proporción disminuye hasta el 19% en la Facultad de
Informática.
Otro informe realizado este año, del Instituto Nacional de
Calidad y Evaluación, afirma que los hombres superan en 27
puntos a las mujeres en las matriculaciones en carreras
técnicas, a pesar de que ellas representan el 60% de licenciados
de la universidad española.
En lo que respecta a la industria tecnológica, según el
estudio de la Universidad de Cambridge, los sueldos siguen la tendencia
histórica de ser más bajos para las mujeres, a pesar de
hacer el mismo trabajo que los hombres, así como su
relegación a cargos inferiores.
Pero, aunque este aspecto tiene importancia, el principal factor que
aleja a las mujeres del desarrollo tecnológico es, según
el estudio, "el entorno hostil que deben afrontar y no, como se suele
decir, que los trabajos técnicos no les interesan".
Lo confirma el hecho de que la participación femenina en las
comunidades de "software" libre, alejadas de la industria y basadas en
el voluntariado, sea del 1,5%, frente al 28% en el desarrollo de
programas propietarios, que se lleva a cabo en empresas. "Esto nos
sugiere que en las comunidades de "software" libre se exacerba el
entorno hostil", afirman los investigadores.
Tomando como base estas comunidades, el estudio llega a conclusiones
que pueden extrapolarse al resto de ámbitos tecnológicos,
como la industria o Internet: "Las mujeres no se automarginan
sinó que son excluídas activamente, muchas veces de forma
inconsciente, por parte de gente que no interpreta sus acciones como
hostiles para ellas". Estas acciones pueden ser comentarios
misóginos, chistes, machismo o excluirlas de las tareas
interesantes.
Otro motivo de discriminación es la experiencia con ordenadores:
"Las mujeres suelen entrar más tarde en este mundo. Ellos
empiezan a usar ordenadores a una edad media de 12 años y ellas,
a los 14,5. Ellos tienen su primer ordenador a los 15 años y
ellas, a los 19. Por tanto, las mujeres tienen mucho más trabajo
para ponerse al día y, además, deben llevarlo a cabo en
un entorno que valora exclusivamente el autodidactismo".
Preguntar en los foros de Internet para paliar esta falta de
educación informática es una tarea complicada, afirma el
estudio: "Las postura agresivas y respuestas rudas son aceptadas como
una forma de hacerse visible y obtener reputación. Pero esto
asusta a la gente poco experimentada, especialmente a las mujeres, que
tienen menos seguridad para defenderse en temas técnicos. Y, a
la vez, exacerba sus dificultades de autoconfianza".
En el ámbito concreto de las comunidades de "software" libre, un
gran escollo es su carácter eminentemente técnico, hasta
el purismo, y su forma de funcionar basada en la llamada 'ética
hacker' que, afirman, "sitúa a la persona fuera de la corriente
dominante socialmente, pero iguala a las mujeres a esta corriente.
Así, ellas son tratadas como "el otro"".
Esta actitud se capta fácilmente al observar el funcionamiento
de los proyectos de "software" libre donde, según los
investigadores, "se da por supuesto el cliché social de que las
mujeres son más hábiles para organizar, comunicar y
negociar y se les asignan estos roles, convirtiéndose en
operadoras de la sociabilidad, mientras que los hombres hacen las
tareas técnicas, más prestigiosas".
Así, mientras ellos escriben código, ellas documentan
programas, diseñan interfaces, moderan listas de correo y
organizan jornadas. "Como consecuencia, ellas sienten que su trabajo es
poco reconocido. Al menos 2/3 partes de las entrevistadas piensan que
es más fácil para los hombres obtener reconocimiento",
afirma el estudio.
Esto las aleja del éxito social: "Se premia el producir
código, por lo que es muy difícil para las mujeres
acceder a roles de liderazgo si antes no han demostrado su capacidad
técnica. Otras formas de conocimiento, como la habilidad para
escribir documentación comprensible o hacer buenas traducciones,
son menospreciadas".
Según el estudio, 2/3 partes de las entrevistadas piensan que
reciben más atención por el hecho de ser mujeres que por
su contribución al proyecto, una impresión que aumenta
cuando asisten a reuniones en el mundo físico. Esto, afirman,
"refuerza el sentimiento de ser "el otro" y dificulta que se las acepte
y encajen como miembros de la comunidad".
También cosechan un alto grado de atención sexual: el 48%
afirma haber sido requerida para un cita por parte de otros miembros de
la comunidad. El 11%, "frecuentemente". La mujeres responden a esta
atención, según el estudio, haciéndose invisibles:
"En los encuentros, donde todo el mundo va con camiseta y tejanos,
ellas adoptan el mismo código de vestuario, para hacer lo
más invisible posible su diferencia de género".
Otra importante razón para la discriminación,
según los investigadores, son "las largas horas ante el
ordenador, necesarias para escribir buen código, que hacen que
los hombres, en general con más tiempo libre, puedan participar
más y tengan menos dificultades para integrarse en la
comunidad". Como consecuencia, afirman, "las mujeres programadoras
tienden a no tener hijos y, si los tienen, pasan poco tiempo con ellos,
igual que los hombres".
El estudio recomienda diversas líneas de actuación a los
gobiernos y la Unión Europea, para paliar el problema: ayudas a
proyectos de "software" libre hechos por mujeres, incentivar la
participación de las más jóvenes, modificar los
criterios de selección de programas apoyados por la
Comisión Europea, asegurándose de que participan mujeres
en su desarrollo técnico, y premiar los proyectos en los que
haya diversidad.
AMAYA RODRIGO: "ME HE SENTIDO UNA "RARA AVIS"
Amaya Rodrigo es una leyenda en la comunidad hispana de "software"
libre. Madrileña, 30 años y administradora de sistemas en
el Ministerio de Administraciones Públicas. Fue la primera mujer
desarrolladora de Debian (una distribución del sistema operativo
libre Linux) en Europa, co-fundó Debian Women y ha estado dos
años en la junta de Hispalinux.
Amaya estudiaba Filología Inglesa cuando descubrió la
informática: "Allá por 1998, recibí un "spam" por
primera vez y empecé a mirar cabeceras de correo y preguntar
cómo funcionaba la red. Todo lo aprendí sola, aunque bien
arropada por una comunidad de usuarios de Linux. Hasta que me
ofrecieron trabajo en una punto-com y dejé la carrera".
Su 'hanycap' es haber llegado tarde: "En mi casa, veían el
ordenador como una pérdida de tiempo bastante cara, aunque yo
quería uno desde que tengo uso de razón. Tuve que esperar
a trabajar y comprarlo con mis ahorros. Empezar tarde lo dificulta
todo. Tengo amigos que programaban cuando eran pequeñitos, sobre
todo porque tenían un rol a seguir en casa".
Este machismo social la ha acompañado en el trabajo: "En
multitud de ocasiones me ha ocurrido que, al atender la llamada de un
cliente con una emergencia técnica, me ha pedido que le pasara
con un técnico porque, por supuesto, al ser mujer yo era la
telefonista".
Otra anécdota: "Tenía que decidir qué cabina de
discos externa debíamos adquirir en la empresa y fuí al
SIMO. Iba con dos compañeros de trabajo y, cuando yo preguntaba
algo al vendedor, me daba la espalda y contestaba a mis
compañeros. Me disgustó también la cantidad de
modelos semi desnudas, que dejaban los roles bien definidos:
aquí las mujeres vienen a adornar".
Rodrigo se declara "completamente de acuerdo" con el estudio de la
Universidad de Cambridge: "La mayoría de chicas programadoras no
destacan, se conforman con tareas menos reconocidas". En su caso,
afirma: "No he tenido problemas, Debian Women tuvo una acogida
fenomenal en la comunidad. El sexismo peor ha sido en la vida real. Me
he sentido desde sola hasta "rara avis" y me he llegado a preguntar
qué tendría de raro, para estar tan interesada en "estas
cosas de chicos".
Añade: "Somos muy pocas, aunque cada día más. Si,
con Debian Women, hemos conseguido aumentar la visibilidad de las
mujeres y crear algún rol con el que las chicas se puedan
identificar, ya hemos hecho mucho, porque se "normaliza" que haya
mujeres en estos ámbitos. Cosas tan tontas como que, en unas
jornadas, no te den una camiseta que te quede como un camisón
denota que es cada vez más normal y que se espera que haya
chicas".
MARIA SOLER: "DE PEQUEÑA JUGABA CON CIRCUITOS ELÉCTRICOS"
Maria Soler está contenta. A sus 24 años y recién
terminada la carrera de Ingeniería Técnica Industrial en
la Universitat Politècnica de Catalunya, acaba de ganar una beca
de la Fundación GNOME para desarrollar "software" libre, un
campo en el que se mueve a sus anchas. No en vano ha pasado el
último año trabajando en la Cátedra de "Sofware"
Libre de su universidad.
A Maria, siempre le ha gustado la tecnología: "De
pequeña, jugaba más con circuitos eléctricos que
con muñecas". Empezó estudiando la carrera de
Matemáticas en la Universitat de Barcelona, donde se
aficionó a la programación informática:
"Allí también me introdujeron en Linux, pero fue en la
ingeniería donde encontré un par de profesores y un amigo
que me empujaron a hacer más cosas".
La beca de 3.000 euros que acaba de ganar se basa en Tomboy: "Es un
programa libre que sirve para tomar notas y organizarlas de forma
inteligente. Mi proyecto consiste en la sincronización de estas
notas entre diferentes ordenadores, para poder tenerlas en el
portátil y el ordenador del trabajo, por ejemplo. Además
del aliciente monetario, para mí es importante por el
currículum que genera".
Y es que le encanta programar y quiere seguir en ello: "Me gusta saber
cómo están hechos los programas por dentro y la
satisfacción de poder crear algo que funcione y sea útil.
Sólo es cuestión de tener curiosidad y esto no tiene
género, programar es igual de fácil o difícil para
hombres y mujeres. Aunque puede ser más duro para ellas entrar
en una comunidad de "software" libre, no por la dificultad sinó
porque más del 90% son hombres".
Soler reconoce que "faltan modelos femeninos en el mundo de la
programación y, en algunas listas de correo y canales de chat,
existe cierto sexismo, que suele consistir en tener una deferencia
hacia las chicas". De todas formas, afirma: "No me he sentido
despreciada por ser mujer, más bien al contrario, creo que
depende también de la seguridad en sí misma que una chica
muestre al entrar en este mundo".
Para la joven, el principal punto discriminador es que "las mujeres
tienen menos tiempo libre, cuando llegan a cierta edad. Como la
mayoría de "software" libre se desarrolla voluntariamente y, por
tanto, en el tiempo libre, muchas prefieren destinarlo a otras cosas".
CECILIA GONZÁLEZ: "ME TRATAN COMO A UNA IGUAL"
Cecilia González y Maria Soler son las únicas
españolas que han ganado una de las seis becas de la
fundación GNOME, dentro de su programa mundial "Women's Summer
Outreach". Algo destacable especialmente en Cecilia, que sólo
tiene 22 años y acaba de terminar el cuarto curso de
Ingeniería Informática.
Cecilia González es de Santa Cruz de Tenerife y tiene las ideas
muy claras: "Desde bachillerato quería dedicarme a una carrera
técnica, que tuviese un enfoque eminentemente práctico y
orientado al servicio de la ciencia y la sociedad. La
informática reune todas estas características".
Así que se trasladó a Barcelona a estudiar la carrera.
El primer año de universidad descubrió el "software"
libre: "Para mí es una gran herramienta de trabajo y
aprendizaje. Poder ver el código que otras personas han
programado te enseña mucho, cuando no tienes ni idea de
cómo aplicar los conceptos teóricos que aprendes en
clase".
Su proyecto ganador se basa en el programa libre Evolution, que
gestiona el correo electrónico, el calendario, las tareas y los
contactos: "Cada uno de estos componentes tiene diversas
funcionalidades, que se integran en la aplicación cuando el
usuario hace clic en el botón de cada uno. Sin embargo, este
cambio es muy lento. Mi tarea es hacer que sea más
rápido".
Como sus compañeras, niega que la programación tenga algo
que ver con el género: "El primer programador de la historia fue
Ada Byron, una mujer. Cualquier mujer con ganas de programar se puede
dedicar a ello aunque, socialmente, el perfil del informático es
un hombre. Supongo que las causas radican en la educación que
recibimos: ¿Se regalan juegos de electrónica a las
niñas?".
De todas formas, es positiva: "Hay más hombres que mujeres, pero
no significa que seamos poquísimas y, últimamente, va
creciendo el número de programadoras. Por mi parte, nunca me he
sentido discriminada ni perseguida, sinó tratada como una
igual".
"Informe sobre Género". Universidad de Cambridge
http://www.flosspols.org/deliverables/FLOSSPOLS-D16-Gender_Integrated_Report_of_Findings.pdf
Women's Summer Outreach Program 2006
http://gnome.org/projects/wsop
Copyright 2006 Mercè Molist.
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is permitted in any digital medium, provided this notice is preserved.
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