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KEVIN MITNICK: ESE PEASO HACKER
"SHIMOMURA ES UN GILIPOLLAS"
Kevin Mitnick tiene cara de susto. Quizás por sus famosos 5
años en prisión. Quizás porque hace nada que acaba
de despertar del sueño del jet-lag. Está en Barcelona
para dar una conferencia sobre ingeniería social, donde le
presentan como "el hacker más famoso del mundo". No necesita
esta leyenda: es fácil dejarse seducir por la persona. Paranoico
impecable, el portátil (Dell) y los móviles siempre bajo
su control, el adicto al hacking se ha transformado en un adicto al
trabajo. Lleva corbata y traje, que pronto se revelan como
máscaras: sus ojos y su frecuente carcajada permiten entrever el
alma salvaje que ni las pasadas aventuras, rompiendo sistemas y
escapando de la ley, ni el ahora frecuente contacto con corporaciones y
gobiernos -"th3y suck", sabes que piensa- han podido doblegar. A sus 43
años, Mitnick sigue siendo un sensible y solitario chiquillo
emperrado en demostrarnos que sí, es un hacker.
-Hace diez años, yo empezaba a conocer a mis primeros hackers y tu entrabas en prisión...
-¿Fuí tu primera historia?
-Mmmm.. psí. Entonces, para mi no eras una leyenda sinó
"aquel pobre chico" y, cuando la comunidad gritaba "Free Kevin",
significaba también "Liberad a los hackers del mundo", en un
momento en que la policía les perseguía sin entenderlos,
también en España.
-¿También aquí?
-No a tu nivel, pero sí. ¿Crees que ha cambiado el panorama desde entonces?
-Ahora hay mucho hacking que no está hecho por los hackers
tradicionales sinó por criminales, crimen organizado, y muchos
ataques son para robar, para enriquecerse. En mis tiempos primaba la
curiosidad intelectual y el reto. Este ha sido el principal cambio y es
ahora el principal problema.
-¿El problema hoy no son los hackers sinó los criminales?
-Sí. O los criminales que reclutan hackers. Hay mucho más interés criminal que intelectual.
-¿Actualmente estás en contacto con el underground hacker
no criminal? ¿Conoces a gente haciendo cosas interesantes?
-Si lo supiese, no podría contártelo, jaja.
-¿Pero estás en contacto?
-Si, por supuesto, vivo de esto, tengo que estar en contacto. La
mayoría de hackers que conozco son de mis tiempos y trabajan
ahora en seguridad. Tenemos una red de amigos y aprendemos juntos.
Muchos de ellos trabajan haciendo tests de penetración en
empresas.
-¿Conoces también a chicos que empiecen en el hacking?
-No muchos, les veo en conferencias como la DefCon en Las Vegas, pero conozco a más gente de cuando yo era hacker.
-Aquí ha pasado lo mismo: los hackers que hace diez años
eran perseguidos por la policía, ahora trabajan con ella.
-Sí, para parar a los auténticos criminales.
-¿Era éste el plan de los hackers para dominar el mundo?
¿Tomar el control de empresas y gobiernos, como profesionales de
su seguridad?
-No. Más bien ha evolucionado de esta forma, no era un plan.
Muchos hackers de entonces ahora trabajan en seguridad porque tienen el
conocimiento, saben de qué va. Lo que sí es interesante
es que lo que antes hacías como hacker y era malo, ahora le
pones delante el adjetivo "ético" y haces lo mismo, encontrar
las vulnerabilidades de las empresas con ingeniería social,
redes inalámbricas, etc, pero está bien. Es un poco de
locos.
-¿Era tu sueño?
-Nunca había esperado estar hoy aquí. Sencillamente sucedió.
-¿Desde tu corazón, qué crees que hiciste mal para acabar en prisión?
-Introducirme en sistemas informáticos de otras personas y coger
información que no era mía. Por ejemplo, estaba muy
interesado en un teléfono concreto. Este teléfono
tenía un chip con un "software" propietario. Hackeé esta
empresa y cogí una copia del "software". La razón era que
quería aprender cómo funcionaba, pero robé, y
aquello estuvo mal. Por suerte todo esto pertenece al pasado.
-¿Qué hacías en prisión? ¿Sabías que la gente en el exterior gritaba "Free Kevin"?
-Un poco. Al principio estaba aislado, porque mi caso afectaba a la
seguridad nacional, no podía ni tocar un teléfono. Era
horrible. Pasaba la mayor parte del tiempo estudiando leyes y tratando
de trabajar con mis abogados para que me sacasen de allí.
-(Se le quiebra la voz)
-Pasaba todo el tiempo estudiando leyes, casos, porque el mío
era relativamente nuevo y tuve que investigar, buscando
información para que mis abogados pudiesen ayudarme.
Después, cuando ya no estuve aislado, pasaba mucho tiempo al
teléfono, hablando con gente de fuera, y leyendo. Eran mis
formas de escapar, escapaba mentalmente.
-¿La campaña "Free Kevin" te ayudó?
-Sí, para darme moral, totalmente.
-¿Después de eso, crees en la justicia?
-En la norteamericana, no.
-¿Crees que las actuales leyes que afectan al hacking son buenas?
-Depende de las leyes. Me parece terrible la rapidez con que el
gobierno americano señala a un hacker como terrorista y decide
que se le debe dar el mismo castigo. Un hacker no tiene por qué
ser necesariamente un terrorista. En algunos casos, sí, por
ejemplo Al-Qaeda usando ordenadores. Pero la gente que está
haciendo hacking por el simple reto, o incluso por intereses
criminales, robar dinero, no son terroristas. Entonces, ¿por
qué rápidamente asignan el nivel de terrorista a quien no
lo es? Por el miedo. La gente tiene miedo de que ataquen sus
ordenadores, su mundo, y el gobierno norteamericano explota este miedo,
llamando terroristas a gente como yo. No conozco a ningún hacker
que sea terrorista. Seguro que hay alguno, pero hasta la fecha no he
conocido a ninguno.
-¿Crees que el castigo para los hackers malos debería ser
la prisión o hay alternativas, como los trabajos para la
comunidad?
-Sería muy bueno que se les condenase a trabajar para la comunidad, pero depende de lo que hayan hecho.
-Pienso en un chico con curiosidad, no un criminal.
-Entonces, lo que necesitaría sería redirigir sus
energías hacia algo positivo. No creo que un hacker curioso deba
ir a prisión, porque no tiene una intención criminal. El
problema es que, en América, el hacking es
automáticamente un crimen. Pero, para mi, debería tenerse
en cuenta el objetivo final: robar es una cosa y buscar conocimiento es
otra. Pero el gobierno americano no lo ve así, y
últimamente el británico tampoco. No les importa por
qué lo hayas hecho, te ven como un criminal. Gente joven de 18,
22 años, sencillamente curiosos, les cogen y llevarán la
marca de haber cometido un delito grave el resto de su vida. Es un gran
problema. Pronto, ya verás, el hacker no será considerado
sólo como terrorista sinó como enemigo de guerra y
encerrado en Cuba, no me sorprendería.
-¿Sobre el gobierno británico, te refieres al caso del llamado "hacker de la NASA"?
-Gary McKinnon, sí. No hace mucho, su gobierno aceptó
extraditarlo a Estados Unidos. ¿No podían haberlo juzgado
en Gran Bretaña directamente?
-Leí que quizás le llevarían a Guantánamo.
-¿Lo ha dicho algún gobierno?
-No, lo leí en una lista de correo.
-No creo que le lleven a Guantánamo, pero ¿por qué
no le juzgan en su país, es que allí no tienen leyes y
jueces? O en mi caso: me trataron como a un terrorista, más de 4
años en prisión sin juicio ni fianza. Usaron mi caso para
hacerse publicidad, para sus juegos políticos, los fiscales
consiguieron mejores trabajos, uno de ellos ascendió a un cargo
en el departamento de Justicia...
-(Está indignado). No quería hablar de John Markoff...
-El periodista que escribió un libro sobre mí, para hacer
dinero. Usó su posición en "The New York Times" para
escribir informaciones falsas sobre mi y, después, para vender
el libro.
-... pero sí de Shimomura.
-¿Qué pasa con él?
-Dicen que te cazó.
-Colaboró con Markoff en la idea del libro. Es un hacker, pero
no un hacker blanco como le presentaron. Había robado ficheros
de contraseñas de muchas universidades del mundo, lo que me hace
pensar que más bien es un hacker gris.
-¿Odias a Shimomura?
-No. Creo que es un gilipollas porque se cree más listo que los otros y elegante, sí, elegante.
-Internet va muy rápido. ¿Cómo aprendiste todo lo que habías dejado de aprender en prisión?
-La gente me enviaba libros cuando estaba en prisión, pero es
muy diferente leer algo a utilizarlo. Leer no es tan divertido.
Así, los primeros años me concentré sólo en
investigar para mi caso. 10 meses antes de salir, empecé a leer
libros de informática y se me permitía acceder a la
habitación donde había ordenadores, para usar sólo
el correo electrónico. Mi gente me mandaba mails, de los que el
personal de prisión leía los encabezados, y eran tan
estúpidos que creían que me los mandaban con algún
tipo de código secreto, tan paranoicos estaban conmigo.
-Uf..., pobre Kevin.
-Uf...
-Por suerte, tu especialidad, la ingeniería social, no cambió mucho en estos años.
-Han salido nuevas técnicas, en el sentido de las historias que
se cuentan para engañar a la gente. En un ataque de
ingeniería social te pones en un rol, una identidad. Normalmente
en una identidad de confianza para la persona o empresa que vas a
atacar. Cada ataque tiene una historia, una razón para pedir a
alguien lo que quieres. La imaginación humana ha creado muchas
historias, que cambian contínuamente, pero la base, la
metodología es siempre la misma: manipulación,
engaño e influencia.
-¿Has inventado alguna vez una nueva técnica de ingeniería social?
-No, pero he perfeccionado algunas, creando buenas historias,
entendiendo la psicología de la gente y encontrando formas para
convencerla de que me dé la información. Si te pones en
un rol, es muy simple obtener información, la gente la da sin
pensar, de una forma increible. Si te disfrazas de periodista de "El
Pais", por ejemplo, y vas a una organización y pides
información, te la darán, incluso puede que te
enseñen su sala de ordenadores. O, por ejemplo, los ataques con
código malicioso que llegan por correo electrónico, con
un enlace hacia un sitio concreto que es una web maliciosa. O el
phishing. O los gusanos.
-O sea, todo es ingeniería social
-Sí.
-También el periodismo es ingeniería social.
-Por supuesto.
-Y yo, ahora, estoy haciendo ingeniería social a un gran ingeniero social. Es una posición difícil.
-Jaja. No exactamente. Escucho tus preguntas y puedo decidir decir sí o no.
-¿La ingeniería social es el punto más débil de las corporaciones?
-Sí.
-¿Y por qué las corporaciones son tan estúpidas?
-Porque no entrenan bien a su gente, no tienen políticas de
seguridad, no clasifican la información, no examinan la
seguridad del elemento humano, no entrenan a la gente para que sea
resistente a estos ataques, no tienen protocolos, procedimientos, no
usan la tecnología que existe para que tome las decisiones que
dejan tomar a un operador humano, más débil... El gran
problema de las empresas es cómo autentifican a las personas. En
el mundo de los ordenadores, si no tienes la contraseña no
puedes entrar. Pero si alguien llama por teléfono, no se le
autentifica, se le cree directamente.
-Podríamos hablar mucho sobre seguridad: spam, phishing, cross site scripting.. horas y horas. Pero no las tenemos.
-Te quedan 15 minutos.
-Entonces: ¿Cuál es la peor amenaza ahora mismo en Internet, tanto para empresas como para usuarios?
-Hay muchas, pero las peores son: código malicioso, exploits 0-day e ingeniería social.
-¿En el mundo de la seguridad, qué es lo que más te interesa actualmente?
-Cosas nuevas que los hackers puedan usar para comprometer sistemas.
-¿Por ejemplo?
-Las memorias USB. En Taiwan las están construyendo con la
capacidad de un CDROM y que pueden autoejecutar programas. Puedes poner
documentos en una memoria USB, enviarlo a alguien, que lo conecte y le
ejecute un programa. Esto es algo nuevo.
-Por cierto, ¿qué distribución de Linux usas?
-Gentoo. Ahora la tengo en mi nuevo Macbook.
-(El recuerdo de su nuevo MacBook le provoca una sonrisa de niño
feliz). Dicen que se calienta mucho, que quema en las piernas.
-Bueno, yo lo pongo sobre la mesa, pero sí que se calienta, sí.
-¿Cuánta gente trabaja en tu empresa, Mitnick Security Consulting?
-Tengo 2 trabajadores contratados y, cuando tengo un proyecto, cojo a colaboradores.
-¿Contratas a hackers?
-Hackers éticos, sí. Criminales, no.
-¿Tu también haces tests de penetración o sólo conferencias?
-Sí, hago tests porque me gusta, es divertido.
-¿Y qué te gusta más?
-Las conferencias, porque conoces a gente interesante, viajas a ciudades distintas..
-Hay gente que quiere a Mitnick. Y hay gente que le odia y dice que
Mitnick no es un hacker. ¿Qué les dirías?
-Francamente, que no me importa, porque no me conocen. Buena parte de
mi trabajo es técnico, pero tampoco necesito que ellos conozcan
mis habilidades técnicas. Lo menos que sepan de mi, mejor. Los
que quiero que sepan si lo hago bien son mis clientes, no esa gente de
Slashdot y otros, estos son irrelevantes.
-Es el problema de ser una celebridad.
-Sí. Unos te quieren y otros no. Es como un programa de radio, que a 3.000 personas les gusta y a 3.000, no.
-Yo sí creo que eres un hacker, no el mejor porque si fueses el mejor...
-...no me habrían cogido.
-Y no serías famoso. Pero en cambio creo que eres el mejor
ingeniero social, entre otras cosas porque he leído tu libro
"The Art of Deception".
-¿Te gustó?
-Mucho. Y también porque creo que estás haciendo
ingeniería social a todas esas corporaciones y gobiernos, con tu
mito y tus palabras.
-(No lo discute y ríe para sus adentros)
-Un mito que no construiste solo. La comunidad de Internet te
ayudó a ser una leyenda. Y, como sabemos, cuando Internet te da
algo, tú le das algo a cambio. ¿Qué les has dado
tú a Internet, Kevin Mitnick?
-(Azorado, por unos segundos, desprevenido). Contribuyo con mi
conocimiento, como ayudar a muchas empresas y personas a conectarse,
también participo en muchos "shows" radiofónicos y alojo
algunos, ayudando a la gente con consejos sobre seguridad. Escribo
artículos. Intento dar mi conocimiento a la comunidad, para
evitar que comprometan sus equipos.
-También pienso que has ayudado a la comunidad hacker...
-Sí. Cuando me cogieron y estuve en prisión, jamás
dí nombres de nadie, jamás hablé de otra gente, me
callé, no quise traer problemas a nadie, aunque esto significase
que yo tuviese más problemas. Tuve la boca cerrada.
-...y sigues siendo de ayuda, con el arquetipo que representas,
demostrando que, por una parte, un hacker malo puede rectificar y ser
bueno y, segundo, que un hacker puede ser una figura respetable ante el
mundo.
-Deja que te dé un abrazo.
Mercè Molist
Publicado en la revista
@rroba.
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