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LOS CONSEJOS DE SEGURIDAD INFORMÁTICA DEL HACKER MÁS FAMOSO DEL MUNDO
Mercè Molist
Nada parece broma cuando lo cuenta el hacker norteamericano Kevin
Mitnick. Que alguien entre en nuestro ordenador, husmee en nuestra vida
privada o nos llene el equipo de virus es una amenaza real que conoce
de primera mano, pues lo hizo con frecuencia en el pasado. Podemos ser
el objetivo final o sólo un enlace, un punto intermedio que
usará el criminal para saltar de un ordenador a otro, para
lanzar un ataque de correo basura o para obtener una pieza de
información que en su puzzle final tendrá sentido, aunque
nos parezca que nada nuestro pueda interesarle.
Todo es fácilmente asaltable para el llamado "hacker más
famoso del mundo". Nadie está a salvo. Conoce el poder de la
informática y las telecomunicaciones y sabe que con ellos se
puede conseguir casi todo, si se tienen los conocimientos. Así
lo enseña en las demostraciones prácticas que cuajan sus
cursos y conferencias, los dedos volando sobre el teclado del ordenador
o el teléfono, mostrando lo fácil que es engañar a
la gente, entrar en sus sistemas, robarles lo que sea.
El mundo ha cambiado desde que Kevin Mitnick, un joven autodidacta, fue
el azote de grandes empresas que tenían cosas, normalmente
programas propietarios, que él anhelaba. Hoy, el objeto de deseo
de los cibercriminales es más materialista: contraseñas y
números de cuentas que llevan al preciado dinero ajeno. Desde su
nueva vida, pagadas ya las deudas con la justicia, Mitnick se encarga
de avisar a la gente, usuarios y empresas, sobre los peligros que tan
bien conoce y cómo evitarlos.
En sus tiempos, el arma más temible de Mitnick contra las
empresas fue la llamada "ingeniería social", el arte de
persuadir con engaño a los empleados para que, casi sin darse
cuenta, den informaciones vitales a un desconocido. Informaciones que,
hilvanándose la una con la otra, permiten llegar al objetivo:
"Con sólo diez llamadas puedes asaltar una empresa. La
ingeniería social funciona mejor con las grandes
compañías, porque los empleados no se conocen entre
sí y puedes hacerte pasar por ellos. En general, la
"ingeniería social" es una técnica más
rápida que ponerte a buscar vulnerabilidades en sus
ordenadores", explica.
Hoy, esta técnica sigue siendo el principal talón de
Aquiles de la seguridad empresarial. La razón es, asegura, "la
estupidez de la gente. Se hizo una prueba en una estación de
metro de Londres, donde se regalaba un bolígrafo a quien
revelase la contraseña de su ordenador del trabajo. El 70% de
personas aceptaron el cambio". Otras razones que enumera son: "La gente
se cree invulnerable, que a ella no la van a engañar.
También tiene tendencia a confiar en los otros, querer ayudarles
y evita tanto como puede quedar mal. Además, no suelen entender
el valor de la información que manejan ni las consecuencias de
sus acciones".
Para evitar este serio peligro, Mitnick recomienda a las empresas:
"Tomarse en serio a sus empleados, implicando también a los
directivos, crear protocolos de actuación con normas sencillas,
fáciles de recordar y cumplir, implicar a la gente,
mostrándoles qué puede pasar si se dejan engañar
y, sobre todo, enseñarles que está bien negarse a hacer o
decir algo si no lo ven claro". Además, el experto aconseja no
tirar a la basura información importante, que alguien pueda
encontrar rebuscando en los contenedores; ni publicar datos en
Internet, como directorios de teléfonos internos, muy valiosos
para un atacante.
La "ingeniería social" es también una de las principales
amenazas con que se enfrentan los usuarios de a pie, que cada vez
más frecuentemente reciben mensajes de correo donde se les
quiere persuadir para que visiten una web fraudulenta e introduzcan sus
datos bancarios, llamen a un teléfono que simula ser el de su
banco y tecleen su contraseña, o pinchen en un archivo adjunto
que en realidad instala un virus en el ordenador.
Además de estar atentos a los intentos de engañarles,
Mitcnik tiene otros consejos para los usuarios: "Hacer copias de
seguridad, que son muy útiles en caso de desastre como cuando se
borra algún programa, se estropea el sistema operativo, ataques
de virus, etc". Además, recomienda: "Usar siempre un programa
antivirus, otro que detecte los programas espía y un cortafuegos
que controle tanto el tráfico que sale como el que entra en el
ordenador". También es de vital importancia tener siempre los
programas actualizados y aplicar con celeridad los parches de seguridad
que vayan apareciendo: "No dejarlo para dentro de tres meses", avisa.
Mitnick recomienda también: "Minimizar el número de
servicios abiertos en el ordenador, tener sólo los programas
necesarios". Y añade importantes recomendaciones para las
personas que utilizan el sistema operativo Windows: "No usen el
navegador Internet Explorer, es mejor y más seguro el navegador
libre Firefox. Y, en caso de usar Internet Explorer, desactiven los
controles ActiveX, excepto cuando visiten sitios confiables.
Además, habiliten el servicio DEP (Data Execution Prevention),
una prevención que Windows lleva de fábrica para evitar
la ejecución de datos en su ordenador".
El experto tiene también un buen consejo para las personas que
usan conexiones inalámbricas, por ejemplo para comunicar un
portátil con su enrutador casero: "No utilicen el sistema de
cifrado WEP (Wireless Encryption Protocol), pensando que así
están protegidos. WEP es fácilmente atacable, puede
romperse en diez minutos, no vale la pena ni activarlo. Es mejor usar
otro sistema de protección: WPA (Wireless Protected Access)". En
cuanto a los ordenadores portátiles, recomienda encarecidamente
no dejarlos en el coche, pues son objetos altamente codiciables.
KEVIN MITNICK O CÓMO LA CURIOSIDAD CASI MATÓ AL GATO
Mercè Molist
Aunque se han escrito múltiples libros, artículos e
incluso una película sobre la vida de Kevin Mitnick, su
biografía está llena de medias verdades y mentiras. A
ello han contribuído dos libros: "Takedown", de John Markoff y
Tsunomu Shimomura, y "The Fugitive Game", de Jonathan Littman. Escritos
ambos a principios de la década de los 90, "Takedown" narra los
esfuerzos del FBI por cazar a Mitnick, pintándolo como un
criminal sin escrúpulos. Por contra, "The Fugitive Game", una
recopilación de conversaciones con el hacker mientras escapaba
de la justicia, muestra su lado más humano, el joven
tímido y solitario.
Kevin Mitnick nació en un pueblo del sur de California en 1963.
Hijo de padres divorciados, creció como un chico retraído
y curioso. Su primer "hack" no tuvo nada que ver con la
informática sinó con el sistema de transportes de Los
Ángeles: descubrió un fallo en la validación de
los billetes de autobús y se dedicaba a viajar gratuitamente por
la ciudad.
En el instituto conoció a un chico experto en telefonía,
que jugaba a hacer llamadas gratuitas y a saltar de centralita en
centralita. Mitnick destacó pronto en este campo. El siguiente
paso natural fue hacer lo mismo con ordenadores. Son incontables los
sistemas informáticos que ha asaltado Kevin Mitnick, gracias
especialmente a su mejor arma: la "ingeniería social", el arte
de manipular a las personas para que den información sensible a
un desconocido.
La habilidad de Mitnick, apodado "El Cóndor" y también
"El Chacal de la Red", creció al mismo tiempo que sus frecuentes
estancias en correccionales, a veces producto de delaciones de sus
propios compinches. A los 25 años, era procesado por intentar
robar el código fuente de un sistema operativo de la Digital
Equipment Corporation. Este arresto le encumbró como hacker de
leyenda, los periódicos le llamaban terrorista
electrónico y aseguraban que era capaz de provocar un holocausto
nuclear sólo con un teléfono.
Estuvo en prisión ocho meses, aislado en una celda de
máxima seguridad. Su abogado consiguió reducir la pena,
aduciendo que no era un criminal sinó un adicto a los
ordenadores, y Mitnick pasó un año en un centro de
rehabilitación de drogadictos. Al salir, volvió a
frecuentar las viejas amistades, que le llevaron otra vez a las
andadas: Motorola, Nokia, Sun, Fujitsu, ninguna empresa digital estaba
a salvo de la curiosidad de Mitnick.
En 1992, se emitía una orden de búsqueda contra el joven,
por romper la libertad condicional, al haber accedido supuestamente a
un ordenador de la Pacific Bell. Empezó entonces un juego del
ratón y el gato, con Mitnick viajando de una ciudad a otra,
cambiando de empleo y de identidad. Finalmente, el FBI le
detenía en febrero de 1995. Pasaría más de cuatro
años en prisión, sin juicio ni fianza, lo que
provocó una amplia campaña en Internet a favor de su
liberación. Salió en el año 2000, con la
condición de no tocar ningún equipo informático ni
teléfonos móviles, hasta 2003.
Actualmente, Kevin David Mitnick tiene su propia empresa de seguridad
informática, da cursos y conferencias por todo el mundo,
participa regularmente en programas de radio y televisión en
Estados Unidos, escribe artículos y libros e incluso aparece
como personaje en los videojuegos "Grand Theft Auto" y "Vampire".
Copyright 2006 Mercè Molist.
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