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David Bravo: el empollón molón

"Me dan la misma grima los fanáticos del copyleft que los fanáticos pro-industria"


Parece un abogado de oficio de las películas, ese que al final es el más listo, se lleva el caso y a la chica. Sevillano, con una gracia que distingue sus conferencias y artículos, se ha hecho un sitio en la "intelligentzia" ciberespacial, sección propiedad intelectual, apartado p2p. Tenemos chico nuevo en la oficina. Se llama David, como el rey bíblico, de apellido, Bravo y, para más inri, Bueno.


-¿Es tu verdadero nombre?
-Completo y exacto.
-¿De dónde sales?
-De ningún sitio en especial. Estaba con mis amigos y liado con mi carrera y mi trabajo. No sabía lo que se movía en Internet hasta hace poco.
-¿Por qué te metiste en esto?
-Por puro miedo. Cuando saltó la noticia de que una serie de empresas, representadas por el abogado Xavier Ribas, denunciarían a 95.000 usuarios de p2p, ya me veía entre rejas. Así que mi primera reacción fue sacar varios libros sobre Propiedad Intelectual de la biblioteca y ponerme a estudiar.
-Buena idea.
-Tras tranquilizarme, al comprobar que no había muchos juristas que mantuvieran la tesis de que había tantos delincuentes en España, fui foro por foro de Internet a contar lo que había leído. En uno de ellos, se me comentó la posibilidad de ayudar con un artículo, y fue el origen de "Confesiones de un Pirata", un alegato a favor del acceso a la cultura. Tuvo mucha difusión e incluso algunas webs, con e-links sobre p2p, retiraron su habitual "disclaimer" de la portada para ponerlo.
-¿Desde cuándo te relacionas con la informática?
-Siempre me ha gustado, desde mi Amstrad CPC 464, pero no soy ningún experto.
-¿Tienes otras aficiones, además de la agitación en la red?
-No diría que "agitar" la red sea una afición mía. Mi afición es escribir y, si la red se agita, no creo que sea por mí. Aparte de eso, me gusta el cine, en especial Woody Allen, la música (Metallica cuando era Metallica, John Coltrane, el "Made in Japan" de Deep Purple) y la literatura (tengo una absoluta admiración por Eduardo Galeano).
-¿Dónde estudiaste para abogado?
-En la Universidad de Sevilla. No aparecí mucho por clase porque, dos meses antes de matricularme, empecé a trabajar como secretario en un bufete.
-Pareces un tipo serio y calculador.
-Más que calculador, meticuloso. La causa está en esos 5 años infernales de estudio y trabajo simultáneo. El tiempo me faltaba y tuve que desarrollar un sentido de la responsabilidad casi obsesivo. Me hizo ser muy metódico y un neurótico de los detalles. Si escuchas la charla del Hackmeeting de Sevilla verás que, sumándole la presentación, dura casi exactamente 60 minutos y cero segundos. No fue por casualidad. Simplemente pensé que eso es lo que debía durar y me obsesionó tanto que duró exactamente ese tiempo. Algunos pueden verlo como una virtud, pero para mi es muy molesto. Por eso, sólo doy charlas cuando alguien se pone en contacto conmigo y, aún así, me lo pienso, porque prepararlas me produce ansiedad.
-A la vez, tienes una gran capacidad para el humor y el gesto teatral.
-Estuve tres años actuando en un grupo de teatro cubano, Proyecto Cuyac. En cuanto a la seriedad y el humor, no creo que sean incompatibles. Soy serio en el sentido de riguroso, pero no en el de aburrido. En las charlas, introduzco el humor como medio de expresión, para mantener la atención y hacer llegar lo que quiero decir. Cuando preparaba mi primera charla, decidí grabarla y escucharla. Me dormí a la mitad. Al despertar, la cambié totalmente y escribí una primera versión de "Las Mentiras Más Famosas Sobre la Piratería".
-¿De pequeño ya querías ser abogado?
-Siempre me gustó el derecho. Es una afición extraña para un adolescente, pero me encantaba buscar en los códigos qué cosas podía hacer, para después exigirlas. Me encantaba saberme un artículo legal de memoria, que me otorgara algún derecho, y soltárselo al funcionario de turno. Creía que todos me veían de lo más molón por eso, aunque me parece que, en realidad, pensaban que era un empollón asqueroso. Una vez, en una manifestación en Sevilla, un policía me dijo que me fuera de allí. Yo, con la ingenuidad de los 16 años, le largué que el derecho a manifestarme es constitucional y, antes de que terminara, ya tenía la porra hundida en la boca del estómago.
-¿Has defendido alguna vez a alguien sin cobrar?
-En ocasiones me he puesto de guardia voluntaria para asistir a detenidos en manifestaciones. Otras veces, he cobrado la tercera parte porque el cliente tiene pocos recursos. Es común también contestar a dudas legales que me llegan por e-mail. Sin contar los estudios jurídicos que en ocasiones cuelgo en la red, para responder a dudas colectivas.
-¿Qué consejo darías a una persona que acaba de recibir una carta donde se le acusa de bajarse archivos con eMule?
-Le diría que no se alarme, que no alarme a los demás y que, con esa tranquilidad, huya a Finlandia. De verdad: le diría que se asesorara primero de si es cierto que ha hecho algo ilegal y, después, de si la policía ha intervenido sus comunicaciones sin autorización judicial.
-¿Y si a alguien le detienen porque ha inventado un crack, con decir que era para hacerse copias privadas le sueltan?
-No sé si "le sueltan". El comportamiento de la Administración de Justicia no es algo que pueda preverse con seguridad. Lo que sí te digo es que a pesar de que el artículo 270.3 del Código Penal castiga la fabricación de cracks, el 20.7 dice que queda exento de responsabilidad criminal aquel que "obre en cumplimiento de un deber o en el ejercicio legítimo de un derecho". Además que le sería exigible ánimo de lucro, para que exista delito.
-¿Cómo se rompe el discurso del "o estás con la SGAE o con dejar morir de hambre a los músicos"?
-La SGAE no sólo no quiere debate sinó que no quiere que nadie piense que esto es un tema a debatir. Pretenden que estar en contra de lo que ellos llaman piratería sea algo que nadie en su sano juicio se atrevería a cuestionar.
-Pensamiento único...
-Sí, y muy difícil de romper. A los medios de comunicación, les pagan por la publicidad los mismos a los que nuestro discurso no les hace mucha gracia y, al final, son ellos los que deciden los contenidos.
-Es curioso que el perseguidor de los internautas sea el poder económico cultural, que crea nuestra forma de ver el mundo. ¿La guerra de la propiedad intelectual va mas allá del copyright, es una guerra de configuración de nuestras mentes?
-Esta guerra no es cualquier cosa. Lo que se pone en juego es el derecho al acceso a la cultura y la instrucción de un pueblo. La campaña de deseducación de los medios de comunicación sólo puede romperse con la posibilidad de acceder con libertad a la cultura y a la información. No habrá una ciudadanía crítica y participativa si no está instruida. Y no hay derecho a la libertad de expresión si la gente no tiene nada que expresar o no sabe cómo hacerlo, si le extirpan la capacidad de pensar.
-La SGAE, la RIAA, la MPAA usan la política del terror, de amenazar a la gente con llevarla a la cárcel. ¿Cómo se rompe el terror?
-Es difícil porque no es nuevo. Desde que nacemos tenemos el miedo en el cuerpo: no discutas al profesor o suspenderás, no hables o perderás el trabajo. Con esa educación, es fácil que salgamos corriendo a la primera de cambio.
-Ya, pero es que no hace mucho fueron a casa de gente que tenía webs con enlaces BitTorrent, en Finlandia y Dinamarca...
-Es parte de la estrategia del miedo: poner ejemplos prácticos de que la guillotina no sólo es para exposición, sino que está bien afilada y cumple su cometido. La intención es que caigan cabezas de turco y que los demás escarmienten. No meterán a todos en la cárcel, no porque no quieran, sinó porque desde allí no comprarán sus productos. La idea es forrarse vendiendo grabadoras de compactos, reproductores de MP3 y, al mismo tiempo, crear plataformas de pago a las que acudirán los asustados.
-Hay abogados que dicen que la copia privada deja de serlo si la pones en redes p2p y que hay ánimo de lucro porque recibes un beneficio al oir la música. ¿A quién hay que creer?
-Al legislador y al sentido común. El primero ya ha dejado claro, en el libro "El Código Penal de 1995 y la voluntad del legislador", que ánimo de lucro es beneficio económico. Lo que dicen estos abogados nos lleva a la conclusión de que el Código Penal se escribió después de un cotillón de fin de año, sería a todas luces irracional y desproporcionado.
-¿Y en cuanto a la copia privada?
-Bajar o subir un archivo no es delito, si se carece de ánimo de lucro. Pero subirlo podría ser un ilícito civil si se entendiera que hay comunicación pública sin autorización del autor. El problema estriba en que la descarga en una red p2p conlleva, simultáneamente y de forma automática, una subida. ¿Es comunicación pública un acto de difusión que puede no ser conocido por quien lo realiza? Yo creo que no.
-¿Qué opinión te merece el copyleft?
-Como filosofía me gusta y coincido con ella, pero con un recordatorio: la propiedad intelectual tiene límites, que me permiten reproducir obras para uso privado sin autorización del titular, ya sea la obra copyleft o copyright. Hay que luchar por mantener esos límites y no se está haciendo. Sinceramente, me dan la misma grima los fanáticos del copyleft caiga quien caiga, que los fanáticos pro-industria. Quizás los segundos sean más sinceros.
-¿Por qué?
-Porqué al menos los pro-industria te dicen claramente que quieren que copiar sus obras sea delito y acabes en la cárcel, para ellos ganar mucha pasta. Algunos sectores concretos y muy reducidos pro-copyleft montan una parafernalia pseudoideológica que termina en lo mismo: "Quiero que copiar obras con copyright sea delito, para que os paséis a mi modelo copyleft".
-¿Cómo?
-Hay unos pocos tipos sueltos que, al puro estilo SGAE, promueven la persecución de lo que llaman piratería porque, según ellos, les quita adeptos. Desde los que asustan a la gente, inventando reformas legales que meterán en la cárcel a los que reproduzcan obras con copyright, para justificar así que necesitamos licencias copyleft, hasta los que prefieren que descargarse Windows sea un delito, para que entre la alternativa de la cárcel o Linux escojamos la segunda. El copyleft no puede defenderse ofreciendo sacrificios humanos al copyright.
-¿Significa eso que los problemas no se resuelven pasándose al copyleft?
-Hay una conquista social que se llama "derecho a la copia privada", que nos permite reproducir obras sin necesidad de que el titular de los derechos dé su autorización. Ahora se quiere recortar y, aunque las reformas legislativas no han acabado con ella, todo indica que por ahí van los tiros. Hay que mantener como sea esos límites a los derechos de autor, en lugar de darlos por perdidos y pasar a otro sistema.
-Pero, ¿si tenemos copyleft, para qué queremos copyright?
-No es que queramos copyright. Es que el copyright existe. Y mientras exista habrá que recordar que tenemos derecho a la copia privada.
-Y, si saneamos el copyright, ¿para qué sirve el copyleft?
-Es esencial. El copyright estaría bien, con esos límites, pero sólo para los que aspiramos a acceder a la cultura y no para los que pretenden también crearla. Lessing puso un ejemplo magnífico en su libro "Free Culture". Explicaba este abogado estadounidense que un director de un documental, interesado en contar en la pantalla la obra de Clint Eastwood, tuvo que invertir buena parte del tiempo y dinero en localizar y pagar a todos los que intervenían en los fragmentos que extraía. El copyright ahoga la creatividad, sólo permite hacer obras a los que puedan pagar cantidades absurdas de dinero.
-¿Cómo debería ser el buen copyright?
-Debe adaptarse a la realidad. Al igual que en España se tuvo que aceptar que las copias de casetes eran algo imparable y se introdujo el derecho a la copia privada, ahora debería ocurrir algo parecido y no perseguir la distribución de obras sin ánimo de lucro en Internet.
-Me parece casi heroico defender el copyright, viendo cómo está el patio. Las entidades gestoras de derechos de autor se han radicalizado. ¿Cómo hacerlas entrar en razón?
-No creo que se pueda, porque no les guía precisamente la razón. De lo contrario, no se atreverían a llevar el doble discurso que, por un lado, exige el canon por el derecho de copia privada y, por otro, te dicen que el derecho a la copia privada no existe.
-Mi impresión es que intentas mantenerte en el centro, en un mundo donde los actores en conflicto van hacia los extremos. ¿Se acabará rompiendo?
-No creo. Esta sensación de vértigo ya se ha dado hace años. Cuando apareció el Walkman se dijo que la industria de la música podría desaparecer. Y cuando se popularizó el vídeo casero, Jack Valenti, presidente de la MPAA por aquel entonces, dijo que el vídeo era al cine lo que el "estrangulador de Boston a la mujer sola en casa". Al final, y después de unas cuantas acciones desesperadas donde tendremos que estar atentos para que no caiga ni un cabeza de turco, supongo que sencillamente el modelo de negocio se adaptará.
-¿Internet mató a la estrella del copyright?
-El copyright tradicional ha sido abolido de hecho en Internet. Las opciones son: perseguir a más de 100.000.000 de personas, que simplemente usan los aparatos que venden los que después se quejan por la "piratería", o aceptar la nueva realidad.


Mercè Molist
(entrevista publicada en la revista @rroba)


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