"El problema en Internet es que no hay forma de sentirse observado cuando alguien nos observa"

29/01/2015
Publicat a: El Mundo

"Sin lugar donde esconderse" es un libro que, como su título, nos muestra un ciberespacio donde somos observados continuamente por gobiernos, empresas y curiosos que sepan un poco de informática. Nuestros datos son rutinaria y masivamente almacenados, manipulados, analizados y convertidos en moneda de cambio para negocios sucios y limpios. El 28 de enero se celebraba el Día Internacional de la Privacidad y decidimos conversar con Manuel Medina, para dilucidar si realmente había algo que celebrar. Medina es una especie de Yoda de la seguridad informática en España, catedrático, presidente de la rama europea del Anti Phishing Working Group, asesor de la Agencia Europea de Seguridad de la Información, fundador del primer Computer Emergency Response Team español y etcétera.

- Esta entrevista se realiza por correo electrónico sin cifrar. Esto va en contra de todas las leyes de la privacidad. ¿Es la privacidad un estado mental o necesita múltiple armamento?

- Es cierto que, si no nos sentimos observados, podemos comportarnos con mayor libertad. El problema es que en Internet no hay forma de sentirse observado cuando alguien nos observa, hasta que publica el resultado de la observación. Y, si no, que se lo cuenten a las “famosas” del caso iCloud CelebGate. Por eso necesitamos cierto “armamento” para proteger nuestra intimidad de una forma activa, como el cifrado (en Francia se consideraba un arma de la categoría de un tanque) o mecanismos de control de acceso eficientes, como la biometría o la firma electrónica.

- Hace años la privacidad era para marginales y criptoanarquistas. ¡Cómo ha cambiado la cosa!

-Lo que ha pasado es que, hace años, había unos muebles llamados “secreter”, en los que podías cerrar con llave tus documentos confidenciales. Y en el peor de los casos, te podías dar cuenta de si alguien había forzado la cerradura. O podías cerrar la puerta y bajar las persianas y te sentías “en la intimidad”. Ahora nuestros documentos están guardados en un ordenador, con una contraseña probablemente fácil de adivinar, y muchos han viajado por Internet y no sabemos cuántas copias existen. Esto hace que la privacidad preocupe no sólo a los que tienen algo que ocultar. Todos, ciudadanos y empresas, tenemos la sensación de ser espiados, o al menos observados y juzgados. Antes era difícil “entrar” dentro de la vida de alguien, pero ahora lo pueden hacer sin moverse de la silla de su oficina, y la tentación es muy fuerte para enemigos, amigos, proveedores, clientes, gobiernos, etc.

- Nuestros datos se han convertido en moneda de una nueva economía.

- Es una economía global, como la de productos materiales, y por tanto se beneficia de una economía de escala que la hace muy rentable. Las organizaciones ciber-criminales tienen un alcance mundial y operan desde ciber-paraísos en los que la legislación no permite perseguirlos. Hay un mercado negro de cualquier tipo de datos personales: las páginas web que visitamos, para ofrecernos publicidad relacionada con ellas; direcciones de correo para enviar publicidad (spam) o intentar robar información (phishing) o infectar nuestro ordenador o dispositivo móvil; tarjetas de crédito o incluso historias clínicas, para venderlas al mejor postor.

- Junto a esta economía de nuestros datos, coexiste la monitorización por parte de los gobiernos. Snowden nos la mostró y hoy se habla del mundo post-Snowden. ¿Qué es el mundo post-Snowden para usted?

- Hemos vivido una época en la que se han instalado cámaras de videovigilancia en las calles y la ley ha obligado a poner carteles anunciándolas y a enmascarar las imágenes para que no capten lo que sucede a través de las ventanas de las viviendas colindantes. En Internet todavía no hemos llegado hasta este punto, se han puesto herramientas para observar todo lo que pasa, pero no se ha legislado para limitar esas actividades de vigilancia. El problema es que la cámara de videovigilancia la pone el ayuntamiento o la policía, dentro de su jurisdicción. En cambio, la vigilancia en Internet la realizan gobiernos en todo Internet, sin limitación geográfica o de jurisdicción. Esto significa que los ciudadanos o empresas no pueden protestar por estas acciones de vigilancia alegales porque, o las hacen gobiernos lejanos, o ni siquiera se dan cuenta de estar siendo vigilados.

- Da la impresión que, como en el libro de Glenn Greenwald, no hay sitio donde esconderse. ¿Cómo recuperamos nuestra privacidad?

- La Comisión Europea ha obligado a los grandes proveedores de servicios de búsqueda y almacenamiento de información y redes sociales a borrar la información de cualquier ciudadano que se lo pida, es el llamado “derecho al olvido”. Pero el proceso dura meses y conseguir que todas las fuentes de información de la red borren nuestros datos privados es prácticamente imposible. Lo que sí podemos es conseguir cierta privacidad siendo prudentes con la información que compartimos y manteniendo espacios reservados en nuestros dispositivos, por ejemplo cifrando directorios donde hay fotos o documentos confidenciales, o tapando la cámara y el micrófono del portátil, Tablet o móvil, cuando no los estamos usando.

- De hecho, los gurús de la red llevan tiempo avisándonos de que "No hay privacidad".

- Debemos tomar conciencia de ello. Conseguirla es tan fácil como “desconectarse”, pero renunciar a estar en la red puede tener consecuencias peores que la pérdida de la privacidad, podemos quedarnos aislados también de la sociedad “física” tradicional. Una amiga me comentaba que se había tenido que comprar un teléfono móvil porque desde el corporativo no podía acceder a las redes sociales que usaban sus amigos, para concertar citas o intercambiar experiencias.

- ¿Cómo recuperamos nuestra privacidad?

- Debemos aprender a dosificar la información que compartimos en la red, usar las nubes de almacenamiento de fotos y documentos con prudencia y mantener copias de seguridad de los documentos y fotos importantes y confidenciales en local. Con una buena estrategia de protección de datos, se puede conseguir un equilibrio entre privacidad y conectividad en la red.

- Pero, si el usuario medio no sabe ni cómo configurar su televisor, ¿cómo sabrá manejar las configuraciones de privacidad de Facebook? Además que la privacidad requiere hacer, saber, instalar... ¡es muy cansada, la privacidad!

- Es cierto, por eso recomendamos buscar un/a amigo/a que nos pueda ayudar a configurar la privacidad de nuestro “escenario virtual”. Las personas cuya privacidad es más valiosa deberían recurrir a profesionales expertos, mientras que las menos atractivas para los medios, empresas, gobiernos o ciudadanos tienen suficiente con consejos más informales que puede darles un amigo, conocido o vecino. También es bueno recurrir a las recomendaciones de organizaciones como INCIBE en España o las policías.

- Solemos decir que no tenemos nada que esconder, como si no nos importase ir desnudos por la red. ¿Si la gente quiere ir desnuda, por qué convencerla de la importancia de su privacidad?

- El nudismo (tanto físico como virtual) es un derecho. El problema es que no estamos solos cuando hablamos de privacidad, en la mayoría de casos se trata de una privacidad compartida con otras personas. Entonces, si alguien transgrede nuestra privacidad, también lo está haciendo con las de esas personas que han confiado en nosotros. En el mundo privado, nos pueden robar los datos de contacto de nuestros conocidos. En el mundo profesional, pueden robar el resultado de años de esfuerzo y trabajo.



Mercè Molist